noviembre 22, 2025
#Salud

Hidalgo no olvida: El policía que busca vivir sin dolor y los hijos que salvan a su padre

Dos familias hidalguenses recurren a la solidaridad digital para enfrentar crisis de salud que superan sus posibilidades económicas

En los rincones de Hidalgo, dos realidades distintas convergen en un mismo anhelo: la esperanza de una vida digna. Sus protagonistas no se conocen, pero comparten la determinación de seguir adelante cuando todo parece perdido, y la valentía de pedir ayuda cuando las fuerzas se agotan.

El eco de una guerra que no termina

Luis Ramón Rodríguez Varela tenía una vida que parecía encaminada. Como policía federal de caminos, protegía las carreteras de Hidalgo con la certeza de quien cumple con su deber. Pero el 2009 lo cambió todo. Durante un operativo en la México-Tulancingo, las balas del narcotráfico segaron tres vidas de sus compañeros y fracturaron la suya para siempre.

Cuatro impactos de bala, siete días en coma y una sentencia médica: nunca volvería a caminar. Más de una década después, Luis Ramón no solo carga con la parálisis, sino con dolores neuropáticos que lo acompañan cada día, recordándole constantemente esa tarde que marcó un antes y un después en su existencia.

«No busco compasión, busco una oportunidad de vivir con menos dolor, de recuperar parte de mi vida», son las palabras que resuenan en su campaña de GoFundMe “Ayúdame a vivir sin dolor”. Después de años de tratamientos costosos e ineficaces, encontró un procedimiento médico que podría devolverle calidad de vida, pero que requiere estudios previos que no puede costear.

Luis Ramón representa a cientos de servidores públicos que pagaron un precio altísimo durante la guerra contra el narcotráfico, cuyas secuelas siguen vivas en cuerpos y familias que el Estado parece haber olvidado.

El amor que trasciende generaciones

A unos kilómetros de distancia, en Tepeji, otra historia de resistencia toma forma. Sofía y Alan, de 15 y 17 años respectivamente, han decidido invertir los roles. Durante 15 años vieron a su padre Erick luchar contra la insuficiencia renal, trabajando incansablemente para sacarlos adelante a pesar de las constantes entradas y salidas del hospital.

Pero 2023 trajo complicaciones devastadoras. Una operación de la glándula paratiroidea fue solo el inicio de una cadena de emergencias: anemia, hemorragias, peritonitis, y finalmente, la amputación de una pierna. Cuando parecía que las cosas no podían empeorar, la vesícula de Erick estalló, derramando bilis en el peritoneo y dejando su cuerpo tan debilitado que ya no puede continuar con la diálisis peritoneal.

«Su peritoneo está tan dañado que ya no es posible seguirle haciendo diálisis por este medio», explican los adolescentes, quienes ahora enfrentan la realidad de que su padre necesitará hemodiálisis cada tres días, trasladándose al Estado de México o Pachuca. Los ahorros familiares se agotan entre enfermeros, oxígeno, medicinas y el costo emocional de ver a quien siempre fue su roca, ahora vulnerable. Dona y comparte: https://www.gofundme.com/f/fuerza-por-papa

La familia de Erick nos recuerda que la enfermedad no distingue clases sociales, pero sí evidencia las desigualdades del sistema de salud. Su caso ilustra cómo, en México, tener acceso a tratamientos especializados sigue siendo un privilegio geográfico y económico.

La solidaridad como puente

Ambas familias han encontrado en GoFundMe no solo una plataforma de recaudación, sino un espacio donde la dignidad humana se preserva. No se trata de caridad, sino de comunidad; no de lástima, sino de justicia social traducida en acciones concretas.

Luis Ramón busca 500 mil pesos para los estudios que podrían abrirle la puerta a una vida con menos dolor. La familia de Erick necesita 500 mil pesos para sostener el tratamiento que le permita seguir viendo crecer a sus hijos. Son cifras que, para muchos, pueden parecer inalcanzables, pero que la experiencia ha demostrado que la solidaridad puede convertir en realidad.

Estas plataformas digitales han democratizado la posibilidad de tender la mano. Cada donación, por pequeña que sea, se convierte en un voto de confianza hacia el otro, en un recordatorio de que los sueños compartidos tienen más fuerza que los obstáculos individuales.

Ambas historias confluyen en una misma verdad: cuando las instituciones no alcanzan, la sociedad civil puede convertirse en el último refugio de la esperanza. GoFundMe y plataformas similares no sólo movilizan recursos; movilizan conciencias y construyen redes de apoyo que trascienden fronteras físicas y sociales.

 

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