Ciudad de México.- Enfrentar un mundo rodeado de machismo, misoginia y estructuras de poder masculinas no es una tarea sencilla, pero la Magistrada del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX), Celia Marín Sasaki, ha decidido levantar la mano para contender por la presidencia del máximo órgano de justicia capitalino. De lograrlo, se convertiría en la segunda mujer en más de 40 años en encabezar esta institución.

Con más de tres décadas dedicadas a la impartición de justicia, Marín Sasaki ha construido una trayectoria sólida que la coloca como una de las candidatas más serias para suceder al Dr. Rafael Guerra, quien ha presidido el Tribunal durante siete años consecutivos. En un entorno donde históricamente han predominado los varones, su aspiración representa un reto y una oportunidad para romper inercias.

Su formación académica es robusta: cuenta con un Máster Interdisciplinario en el Estudio y Prevención de la Violencia de Género por la Universidad de Salamanca; una Maestría en Derecho Penal por la UNAM, así como una Especialización en Derecho Penal por el Instituto de Altos Estudios Jurídicos de Jalisco. Esta preparación le ha permitido abordar la justicia desde una perspectiva integral y humanista.

Inició su carrera en Sinaloa, donde fue Procuradora en Defensa del Menor y la Familia, Directora del Centro de Observación y Readaptación y Presidenta del Consejo Tutelar para Menores Infractores. En la Ciudad de México trabajó como Secretaria Proyectista, Consejera y Agente del Ministerio Público. Posteriormente, ejerció durante 18 años como Jueza Penal, principalmente en el Reclusorio Varonil Sur. Desde 2011 es Magistrada Titular, primero en la Séptima Sala Civil y desde 2012 en la Quinta Sala, cargo en el que ha sido ratificada.

Durante su gestión ha dictado sentencias con perspectiva de género y derechos humanos. Uno de los casos más emblemáticos fue el de Yakiri Rubio, acusada de homicidio tras defenderse de su agresor sexual. La resolución de Marín Sasaki fue clave para su liberación, marcando un precedente en la defensa de mujeres víctimas de violencia.

Consciente de las resistencias, la magistrada reconoce que su candidatura implica desafiar intereses arraigados y estructuras patriarcales que históricamente han relegado a las mujeres de los puestos de mayor poder en el Poder Judicial.

“Es tiempo de romper el techo de cristal”, expresó al subrayar que la designación de una mujer al frente del TSJCDMX sería no solo un acto de justicia histórica, sino un paso firme hacia la equidad de género en la vida pública del país.